Oscar Rivera
En el proceso de sobreponerme a la reciente pérdida de mi padre, necesitaba reivindicarme y ganar terreno con María Alejandra. Para ello no se me ocurrió otra cosa que regalarle una rosa, esas de tallo largo que vienen en caja. Rumbo a la universidad que era donde pensaba entregárselo, cargaba la rosa con orgullo, pues sentía que era una gran hazaña, mientras al mismo tiempo planeaba como y en que momento entregársela, sorteándome la incertidumbre de no verla.
Al ingresar a la universidad, dando el primer paso que atravesaba el marco de la puerta, la sensación de orgullo cambió por una de nerviosismo. Pasé un trago de saliva, mientras sentía todas las miradas en mi.
Fui rápidamente a dejarla en custodia en el puesto de seguridad, para que nadie conocido me preguntase sobre la rosa, pero casualmente llegando ahí, me encontré con Ricardo y Lilly quienes se acercaron con las preguntas del caso.
- ¿Para quién es ah? - dijo Ricardo
- Para quien va ser, seguro que para María Alejandra, decía Lilly
- ¿quién es ella?- agregó Ricardo
- La miss cachimbo pues, en qué mundo paras tú - refería Lilly
Queriendo evitar alguna situación embarazosa que se me pueda escapar de las manos y siendo reservado con mis sentimientos, respondí titubeando: -es para una profesora por su cumpleaños-
- A lo que Lilly respondía con una carcajada: jajajaja arranca oye.... mentiroso!!
Si se te ve en la cara.. Ahora le regalas rosas a la profesoras?

Sintiendo lo que estuve evitando sentir, me dispuse a moverme
- Bueno con su permiso tengo que ir a clases, les díje.

Los momentos angustiantes de no saber si encontrarla, me hicieron salir lo más rápido posible de clases. Realicé las preguntas del caso y entre algunos Cristian Pardo me dijo que sí la había visto que estaba a la vuelta. Trata de distraerla o que se demore un rato es que tengo algo que darle.
- ¿Qué es, le digo que le vas a dar algo?- preguntó Cristian
- No!, no le digas nada es algo que tengo que darle... no jodas, no preguntes, después te explico!
- Pero, dime...
- indagaba Cristian
- Es sorpresa. Solamente asegúrate que se demore un rato para poder alcanzárselo porque lo he dejado encargado, luego te cuento.

Una vez hecho esto me fui al puesto de seguridad, solicité la rosa y me fui en dirección de la puerta de salida, mientras que a varios metros y a paso pausado el jefe de seguridad se acomodaba en la mejor ubicación para ver el espectáculo.
María Alejandra como nunca salió sola.
Le hice la guardia sentado al lado de la puerta de salida. Fue una eternidad cuando la vi acercarse en mi dirección. Y cada vez que se acercaba, no sólo lo hacía ella sino también otras personas, inclusive el jefe de Seguridad quien asomaba la cabeza de forma curiosa. Mientras a espaldas de María Alejandra y al frente mío un público espectador dirigía su atención ante un hecho poco común y más bien evidente ya que el tamaño de la rosa no podía pasar desapercibido.
Caray!! Hasta el jefe de seguridad.
Finalmente ya próxima a mí, guardé el nerviosismo en mi bolsillo y me dije ahora o nunca. Me puse de pie frente a ella y saludándola le dije :
- Hola!, María Alejandra te quería dar esto.
Le entregué la rosa, y en mi erudición lingüista para poder decirle algo, el bolsillo pareció romperse desbordando el nerviosismo guardado:
- Toma para ti por haber ganado.
No se me ocurrió más nada.
Sonriendo como sólo ella puede hacerlo, me dio las gracias. Esperando que la charla continúe, esperó un breve momento. Si mal no recuerdo le referí que el día de la fiesta no pude quedarme más, sin entrar en mayores detalles.
Yo mirándola sin saber que más decir, me despedí de ella con un beso en la mejilla. Mientras que ese beso cargaba cantidades desbordantes de alegría, felicidad y amor por ella.

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