Oscar Rivera
Los cursos en la universidad, los trabajos de investigación, algunos que otros compromisos y el grupo de amigos haciendo chacota en el intercambio de clases, hicieron más compleja mi búsqueda por Maria Alejandra, a quien observaba de lejos siempre rodeada de gente a la cual aún no conocía, y por lo que percibía, estaban interesados en ella. Mientras trataba de acercarme, ella continuaba con su paso firme acompañada de sus amigas rumbo a su casa. Sin ningún libreto para acercarme, me quedaba observando su espalda atravesando la pueta de salida.
Como dijo Joaquín Sabina "...parecía como si, me quisiera gastar el destino una broma macabra..."; me sentía como el coyote persiguiendo al correcaminos, en donde cada nueva forma de acercarme fallaba. Pero no sólo fue eso lo que impidió mi acercamiento, sino también los eventuales coqueteos egocéntricos que tuve con otras amigas, que siendo en "plan de joda" como comúnmente le decimos por acá, fueron irónicamente captados por ella.

Recuerdo alguna vez que a la hora de la salida, "la chata" que en ese tiempo se dedicaba a ser provocativamente jodida, para finalmente dejarte con las ganas; empezó a seguirme el juego y finalmente se sentó en mis piernas,  para quien lo viera de lejos podría interpretar que se trataba de una pareja. Estando sentado con ella en el descanso de cemento a un lado de la sala de cómputo de la biblioteca, y sin percatarme de la hora, divisé perplejo algo más cerca que lejos, y como nunca, un grupo de tan sólo 3 personas que se desplazaba de izquierda a derecha rumbo a la salida. Para sorpresa mia, no sabía si pararme y sacarme  a la chata, ya que mientras conversaba con Freddy y Christopher, no alcancé a ver a tiempo que Maria Alejandra se asomaba para proceder con su  rutinario recorrido a la puerta de salida.
Luego del contacto visual, procedí a saludarla haciendo un leve gesto con la mano, no podía pasar desapercibido ya que se encontraba a una distancia de 3 pasos desde donde yo estaba, ésta vez no hubo multitud, estaba sólo con 2 amigas, y yo estaba con la chata sobre las piernas, con una cara de "no es lo que tú piensas".
Seguí todo su recorrdio con la mirada y cuando hubo terminado de pasar, la chata me dijo:
- Oye! ¿esa no es la que te gusta ?
Yo sólo atiné a decir:
- Puta madre!!!!  chata de mierrr...coles me cagaste!
A lo que ella terminó soltando carcajadas
Pasó algún tiempo para asmilar lo sucedido y para cambiar mi actitud para que no sea mal interpreteda en alguna situación que no me favorecería.

Sin embargo el estado de omnubilamiento me tenía un poco hastiado ya que constantemente me encontraba pensando en ella, prácticamente deshojando margaritas. Mientras veía a otros más cerca que yo, me quedaba pensando en una decisión final, acercarme y afrontar las consecuencias o simplemente dejarla pasar. Ello me cambió el ánimo, la actitud de las cosas, bajaba mis revoluciones de irreverente. Era como si quisiera negar lo que sentía, y mal encaminando ese sentir por el lado de la angustia  trate de dejarlo de lado y evitar esta fijación, concluyendo que posiblemente se trataba de una obsesión y que el tiempo se encargaría de borrar.
Fue la peor manera de negar mis sentimientos, puesto que lo que sentí por ella fue inolvidable , único y 10 años depués lo comprobaría por mi mismo.


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