Oscar Rivera

Escuchando los susurros de Poseidon, me encontré atrapado entre sentimientos que tenía olvidados, más que olvidados, ocultos y guardados por algo que asumí como protección.

Por esas cosas de la vida mi mejor amiga Maria Laura estuvo cerca, y cual catarsis de antaño en la que nos reuníamos para contarnos las miles de cosas, me transportaba en el tiempo para compartir sentimientos gratos, al menos los que sentía en ese momento.

Caía la tarde y mis ojos se fijaban en los ojos color caramelo de Jennifer, en realidad era a la única que quería mirar, era la única razón por la que yo había llegado hasta ese lugar.
A su lado no era el chico que cantaba en la tuna, tampoco el que escribía, tampoco el de diseños locos, o el que realizaba mezclas de sonido, simplemente era alguien que se sentía cómodo con las ocurrencias de momento intentando robarle una sonrisa, llegando a la cúspide de mis sentimientos cuando estaba entre mis brazos.

Me encontraba lleno de sentimientos renovados y no confusos. Mientras ella hablaba, deleitaba mi mirada observando sus labios, saboreando el recuerdo que habían dejado en mi, y en la prontitud de las cosas que me invitaban a estar a su lado, hice una pausa para mostrarle algo que había aprendido en el camino de la vida. 
Tiempo atrás parte de mi  y ciertas habilidades aprendidas en la vida desaparecieron en una lucha espiritual que tuve aproximadamente 7 meses atrás, luego de continuas pesadillas y súbitas despertadas a las 3am en noviembre de 2009, como me advirtió mi amiga gitana seguir indagando me llevaría a la destrucción.
Dejé aquellas experiencias en el olvido, en el baúl de los recuerdos donde sólo se encuentran las memorias de una espera, cuyas páginas no esperaban ser abiertas.

Jennifer avivaría en mí algo que pensé había desaparecido. Quizás fue la fuerza de ese sentimiento de estar a su lado, o quizás fueron los besos que me dio, sea como sea, en una noche mágica ella despertó al Fenix que había en mi, no pensé en eso hasta que lo intenté. 
Asumo que sería la magia de sus besos lo que me llevó hasta el punto de redescubrir e intentar algo.
Debo reconocer que ella me inspiró.
No sé si lo entendió, sin embargo volví a nacer de las cenizas.

De labios tiernos y delgados, de sonrisa encantadora, de mirada vivaz y reflexiva, me detengo en mis pensamientos para admirar su sinceridad, mientras siento la calidez de sus manos.
(Imagen retocada )
En un pequeño beso de despedida, le daría mi gratitud en silencio.
Lo más curioso de todo esto es que el día que tuvimos una gran conversación, matizada por un amanecer un tanto nublado, fue el día en que decidí no verla.
- Cosas que pasan por que suceden.-

Pero luego de este paréntesis de actualidad, que corta la ilación de la historia, debo explicarles con detalle a que viene la historia del Fenix...sobretodo cuando murió (Entonces sigamos con las memorias)