No fue una pesadilla. En la realidad el dolor me inmovilizaba, sólo pude agarrar el celular y pedir ayuda a la primera persona que siempre acudía, y mientras hablaba con ella sentía como una lanza atravesaba mi pecho nuevamente.
La ubicación de la casa tenía un amplio balcón el cual nos permitía divisar un relajante panorama marítimo, que algún fin de semana adornaba sus aguas con competencias de motos acuáticas entre las eventuales salidas de yates y veleros desde el Yacht Club.
Además de los juegos de cartas, la música clásica remezclada en nuevas versiones y las caminatas nocturnas por el malecón, había que sumarle la peculiar forma que tenía Don Pepe para narrar sus historias. Él se encargaba de amenizar el panorama durante las tardes, valiéndose de diversas narraciones, anécdotas, aventuras, así como sus experiencias como radioaficionado, lo más cercano a comunicación global antes del internet.
En una de las tantas tardes la conversación versaba sobre ataques al corazón, preinfarto, infarto, síntomas, sensaciones y temas que por la edad tienen a ser más destacados en cuanto a salud se trata.
-" …Tuve un amigo que sobrevivió a un ataque al corazón. Me dice que es la misma sensación como si te apuñalaran en el pecho, como si te desgarraran con un cuchillo…" comentaba Don Pepe.
Luego de un buen tramo la ex compañera se despedía y nos quedamos los 3.
Cuento pseudomedieval
La noche de sosiego marcaba nuevas expectativas para la mañana siguiente y se respiraban otros aires en la comarca. Y la placidez posóse ya en el semblante del caballero.
En 1991 pasé casi todo el verano en la bahía de Ancón. Un amigo de mi papá César, nos invitó a pasar gran parte del verano con su familia. Don Pepe Noblecilla un personaje en narraciones quien había tenido el gusto de compartir una amistad desde sus años mozos en el club Regatas.
La ubicación de la casa tenía un amplio balcón el cual nos permitía divisar un relajante panorama marítimo, que algún fin de semana adornaba sus aguas con competencias de motos acuáticas entre las eventuales salidas de yates y veleros desde el Yacht Club.
Además de los juegos de cartas, la música clásica remezclada en nuevas versiones y las caminatas nocturnas por el malecón, había que sumarle la peculiar forma que tenía Don Pepe para narrar sus historias. Él se encargaba de amenizar el panorama durante las tardes, valiéndose de diversas narraciones, anécdotas, aventuras, así como sus experiencias como radioaficionado, lo más cercano a comunicación global antes del internet.
Recuerdo también que tenía yo la manía de echarme en el borde del balcón al mejor estilo de Snoopy, sin embargo prefería apoyar una pierna dentro del balcón y la otra fuera en la saliente.
En una de las tantas tardes la conversación versaba sobre ataques al corazón, preinfarto, infarto, síntomas, sensaciones y temas que por la edad tienen a ser más destacados en cuanto a salud se trata.
-" …Tuve un amigo que sobrevivió a un ataque al corazón. Me dice que es la misma sensación como si te apuñalaran en el pecho, como si te desgarraran con un cuchillo…" comentaba Don Pepe.
Una imagen a la cual por el momento sólo le dí la atención limitada a lo que podía recrear desde mi relajado punto de vista.
18 años después...
Algún día de octubre de 2009
Una de aquellas tardes debería ir a coordinar unos últimos temas en lo que ya era el ex trabajo de Mary.
Ella llegó para recoger su cheque y yo para entregar unos documentos. Ella había llevado a la pequeña, quien en un principio se mostraba un tanto huraña con todos alrededor, con la mirada hacia cualquier lado menos dándosela a quienes querían hacerle cariños, yo me contuve en un comienzo de ser tan expresivo con ella puesto que sabía que ese rato no iba a durar mucho, sería mejor que se mantenga indiferente al igual que la madre. Nos saludamos e hicimos lo que teníamos que hacer. Antes de retirarse tuvimos una breve y formal conversación, en la recepción, mientras que Paula interactuaba conmigo, yo no era tan expresivo como deseaba, puesto que no quería que mi actitud hacia la bebe indisponga a Mary, o piense que podía ser un acto de manipulación. Pero no podía evitar que me robe sonrisas.
Mary se despedía acompañada de una ex compañera de labores, y mientras aquella puerta de ingreso se mantenía abierta, observaba sentado desde el sillón a una insistente y desconcertada pequeña, que girando la cabeza hacia atrás me reclamaba que las acompañe: Manino men!
Miré a la madre esperando su consentimiento y ella accedió haciendo un movimiento con la cabeza.
“Pequeño detalle”
Recuerdo que siempre hablaba del deseo de tener una foto de los 3, una foto que pudiera tener cerca, así como también hacer una sesión de fotos para Paula.
Con el tiempo me he dado cuenta que en algunas ocasiones llego a un estado de distracción para lo obvio, y puedo ser más observador y detallista hacia lo comúnmente inadvertido.
Así que tomaré como pretexto ese estado para tratar de encontrar una explicación lógica del porqué no actué a tiempo en ciertos detalles, como por ejemplo ese simple detalle de la foto. ¿Me distraje de lo obvio? O ¿quizás me concentré en lo inadvertido? Quizás existía una tercera razón.
Luego de un buen tramo la ex compañera se despedía y nos quedamos los 3.
El gesto en cara de Mary era más normal de lo que esperaba, se mostraba condescendiente y accedió a escucharme sin interrupciones.
Explicaba mis puntos de vista, y le mostré una fotografía que nos habíamos tomado algún tiempo atrás. La tomó, la observó y luego me la devolvió. La foto donde estábamos los 3 contenía un mensaje atrás pero ella no se percató de ello y tampoco fui insistente, no quería ser impertinente, ya había logrado una calma y sólo necesitaba decirle algunas cosas, tratar de no dejar nada pendiente, decir lo que se tenga q decir.
Aquí mi única aliada desde mi punto de vista era la pequeña puesto que era la única que manifestaba que no quería que me vaya.
Le mencioné algo del proyecto sobre el cual no le había contado antes, sobre ser receloso en el tema hasta que se concrete, daba igual. Le expliqué que se trataba de una revista (me reservo el concepto). Estaba prácticamente terminada sin embargo el artículo central de la revista cubría una convención internacional. Para ello mi madre viajó al extranjero y en el último día de la convención le robaron la cámara. De hecho ya aquí captaba cierta incertidumbre por parte de ella, no era para menos.
Las acompañé en el taxi de retorno a su casa, le mencioné que había hablado con un amigo fotógrafo, que ella en algún momento conoció y que si deseaba podía ir a donde él para que le haga una sesión de fotos a la bebe en cualquier momento. No tendría que pagar nada, todo ya estaba conversado.
Conversación Alusiva.-
-¿Sabes que Jaime? No entiendo cómo así pasó todo esto, yo siempre he sido detallista nada se me escapa, ¿qué me estará pasando? Por un lado está un sentimiento de orgullo, en el sentido de no ser patético impertinente, y asumo lo sucedido, y por el otro un sentimiento que me dice que debo seguir luchando por ella, no dejarla ir es algo que aparece de pronto.
-Mira tío ella ha estado viviendo bastante tiempo en España y allá son más liberales tío, ya déjala ir no más, ya vendrán otras flacas.
-Es que no quiero otras flacas, yo la quiero a ella… yo las amo a ella y a la pequeña, íbamos a hacer una familia…
-Ya fue tío, yo que tú lo dejo allí. Tú sabes que por mi no hay problema, yo veré lo de las fotos si vienen ya está todo coordinado, y sigue tu camino no más, búscate flacas que te hagan pasarla bacán y no que te den problemas…
-Lo haces ver tan simple. Dejar que todo pase sin ningún esfuerzo por recuperarla, o sin que haga el intento, ¿que más podría pasar, más que dejar de hacer? Jaime, si doy por hecho que las he perdido, entonces no debería hacer nada, pero en realidad no tengo nada que perder, debo seguir intentando, ¿me entiendes? Yo no me puedo dar por vencido.
-Tío siempre hay algo que perder.
-Si las pierdo a ellas, pierdo mi mundo… y si ya las he perdido entonces… ¿qué más puedo perder?
-Tío… siempre hay algo que perder.
-… No veo qué más...
Me encontraba muy ecuánime por esos días y el contar lo que deseaba hacerlo lograba mi sosiego. Dije muchas cosas que debía decir, bastante satisfecho fue ese viaje rumbo a su casa. Caudno el mismo llegaba a su fin, mencioné para bajarme unas cuadras antes de su casa. Me despedí con una aire de tranquilidad, no con un espíritu derrotero sino de aceptación de lo dicho y hecho, mientras qué las llamadas de Paula con su mirada desconcertada y su voz que se elevaba al llamarme, me hacían decir mentalmente: no es justo que te haga pasar por esto manina, así que ojalá algún día te acuerdes de mi… o que me olvides pronto, así que cuanto menos me veas mejor.
El auto se alejó y respiré la tranquilidad sólo tenía el sinsabor de los llantos de la pequeña, la gratitud de haber sido escuchado, mi estado de ánimo cambio, y así calmado fui caminando hasta tomar un auto de regreso a mi casa.
- Hey pajarito! – escuché
Salía de un restaurante un conocido, el amigo de un amigo que por cierto vivía cerca de la zona.
- ¿Oe’ compare que estás haciendo por acá? ¿vienes de ver a Miguel?
- No, en realidad de acompañar a una amiga, que vive por acá cerca.
- ¿Amiga? ¿Seguro que es amiga y no es algo más?
- Bueno… ahora si te podría asegurar que es amiga jajajaja
- Compare' es una vaina, yo estoy fregado por que hemos terminado con mi flaca.
- ¿Qué te puedo decir? creo que hay epidemia por esta zona Jajaja, pero suele pasar pues ahora tienes que asumir tranquilo, si tienes algo que decir díselo, y sigue tu camino.
- Es que no tío, tu sabes que yo quería a su hijo como mio yo lo cuidaba y todo, ven te invito unas chelas.
- Si ya veo que has estado avanzando, por mi un gusto, ganas no me faltan pero no puedo tengo unos temas pendientes de chamba.
- No arrugues pues, cuando los tunos han arrugado jajaja
- Nunca y tú lo sabes pero por el momento tengo que terminar unos temas de chamba con mi vieja, ya después otro día con todo gusto.
Nos despedimos y luego pensaba mentalmente, pero mira si es irónica la vida. Procedí a hacer lo que para ese día de trabajo había programado… nada. Prefería estar tranquilo aprovechando esa calma para analizar lo que serían mis nuevas prioridades. Volvemos al tema del grado académico, a replantear el artículo pendiente de la revista, a revisar unos expedientes.
Caía la noche, llegó la cena, pasé un rato con mi hermano y luego cada uno se dirigía a dormir, a sus dormitorios, yo al minidepartamento en el segundo piso y así finalizaba el día o eso parecía.
Cuento pseudomedieval
La noche de sosiego marcaba nuevas expectativas para la mañana siguiente y se respiraban otros aires en la comarca. Y la placidez posóse ya en el semblante del caballero.
De pronto en la penumbra de la noche un cuchillo incrustóse sorpresivamente en el pecho del caballero mientras dormía. El caballero parecía ahogarse en su propio grito, al mismo tiempo que tomaba conciencia desconcertado. Cuando ya del todo dentro, el objeto procedía a marcar una trayectoria desgarradora a través de su pecho. El dolor no le permitía lograr una reacción lógica, y se dejaba vulnerable al acto reflejo de su cuerpo. Se envolvía en si mismo asumiendo una posición fetal, con la consiguiente posición de sus manos sobre el lado izquierdo de su pecho intentando evitar que saquen algo de él. El dolor fue largo y pausado, al igual que su desconcierto.
No sabía a que adjudicar aquel dolor, y reposado de aquel dolor, notábase la ausencia de persona alguna, no había nadie en la penumbra de la noche, no había rasgo, ni mancha que pudiera evidenciar incisión alguna en su pecho. Los estragos del desconcierto lograban más presencia en su mente que el pensamiento lógico.
Luego… luego logró la calma. Dispúsose a reposar confortablemente para el resto de la noche. Pero aparecióse otro golpe igual en su pecho. Estando más consciente que dormido, entre el desconcierto sólo gruñía, la conciencia del dolor lo paralizaba, y de pronto una historia contada por aquellos que cuentan lo que escucharon, aparecióse luego de 18 años. Entre la duda de la hora trataba de lograr la calma pensando que el dolor pasaría en cualquier momento, pero seguía latente, y pausado. La necesidad de pedir ayuda era ya inminente, y se decidió a utilizar el medio más próximo a su alcance para contactar con aquella persona a quien él siempre acudía, y a quien a pocas horas había asumido no volverla a ver. Al tomar aquel cristal contactó con ella, escuchando su voz a la distancia y logrando la mayor calma posible díjole en una pausada voz gutural que evitaba gruñir de dolor:
- Mary… me duele el pecho
M: ¿qué tienes? – preguntóle la doncella al otro lado de su cristal-
- …no sé me duele mucho, dime algo ¿ayúdame llama a mi madre o algo
M: no sé, tranquilízate
- Sí, eso intento
M: ¿qué tienes? – preguntóle la doncella al otro lado de su cristal-
- …no sé me duele mucho, dime algo ¿ayúdame llama a mi madre o algo
M: no sé, tranquilízate
- Sí, eso intento
Notó el caballero la tonalidad de voz alertada en la doncella y en la lentitud de aquella agonía precisaba un estado de ecuanimidad, no quería ser una carga para ella, más aun por lo conversado aquella tarde, así que procedía a decirle que: el dolor está pasando, que quizás fue una exageración o un susto que disculpe la molestia, ya no quería molestarla todo estaba mejorando.
Escuchaba la voz de la doncella a la distancia, lo llamaba por su nombre pero algo indescriptible atravesaba cual lanza su pecho, llevaba su mente hacia otro lado y lo inmovilizaba. Un retenido gruñido y unas fuerzas que se desvanecían tomaron protagonismo y utilizó sus últimas fuerzas para cortar la comunicación de aquel cristal, dejó luego de ello salir un gruñido mientras en su mente repetía “Mary ayúdame”.
Sobreponíase con una respiración profunda que esperaba lo lleve a la calma, con la expectativa de ponerse de pie, sin embargo y para suerte suya este último intento llevóle al mismo lugar donde se encontraba el cristal, el suelo.
Sintiéndose desfallecer por el dolor que nuevamente atravesaba su pecho, jadeaba, gruñía y esta vez se quedó sin fuerzas para siquiera pedir ayuda. Se decía mentalmente: Debo encontrar la calma, no puedo terminar aquí, no puedo acab…
- Esto no termina aquí! -Conseguía balbucear.-
Mientras que el cristal cerca suyo, mostrábale una advertencia de comunicación.
Era la doncella, era la única que podía llamar a esa hora, luego de lo sucedido. El caballero quería llegar hasta el cristal rápidamente, debía llegar hasta él, tenía que hacerlo. Es ella, vamos! que no hay que preocuparla deslizóse un poco por el suelo, y reinició la comunicación con un suspiro: disculpa se me cayó esto, es que como está obscuro se me resbaló. Otra mentira piadosa a razón de no preocuparla y que posiblemente pecaba de absurda.
Algunas palabras de calma otorgóle la doncella, mientras el dolor lentamente parecía ir pasando. Dijole: Que estoy acá, pero anda busca a un médico, busca a tu mamá
Entre la preocupación y el dolor que lo tenía desfalleciendo, sólo estaban las palabras de apoyo de la doncella. Quien sabe si en otra historia ausentaban, pero en esta fueron su uso de razón, su guía, la racionalidad que necesitaba en esa delirante desesperación durante el tiempo siguiente.
Logró enrumbar con tranquilidad el caballero hacia los aposentos de su madre. Llegado a su lado y con la doncella en voz, empezaba a hablar con mayor intensidad.
Ya en los aposentos de su madre y con la calma debida intentaba despertarla con la poca fuerza que tenía...
- mamá! mamá! Repetía moviéndola lentamente
Nuevamente llamóle tratando de hacer un movimiento más fuerte
- Mamá dijo haciendo balanceándola desde sus hombros con mayor intensidad.
Y de pronto susurró… No! No puede estar sucediendo esto, pues pensaba lo peor y así tomando fuerzas culminaba gritando: mamá!!!!!!!
Incorporóse asustada el recurrido personaje, y explicando el caballero la atención requerida, se negó a preocuparla, su madre lucía más obnubilada por las técnicas de Morfeo, y en su poco raciocinio le llegó a dar algo que finalmente había sido solicitado con mucha ecuanimidad. De esta manera el nerviosismo no frustrarían los planes empresariales del día siguiente.
Finalmente retiróse a descansar, despidióse de su madre y luego de que la doncella esperáse hasta que tome lo debido y se recostara, procedieron a despedirse en buenos términos.
Cortada la comunicación el caballero trataba de conciliar el sueño. El haber acudido a su madre y verla en un estado tan aletargado, lo hacía reflexionar respecto del origen de ese dolor, de un entorno caótico y de una serie de viscitudes.
No era lo que tuvo en mente como despedida, concluía por la mañana.
Nota.-Si los picapiedras usaban cuernófonos para comunicarse, en mi historia pseudo medieval existen los cristales inalámbricos.